¿Alguna vez te has preguntado el significado del verdadero amor? No del amor romántico, no del amor posesivo y controlador, no del amor que necesita y ruega, no de la dependencia... del amor. De aquel amor que ofrece libertad de ser quienes somos y que nos ofrece paz.
Entre más voy hacia adentro, más viene a mi el significado de amar y este significado está llegando cada vez mas de la mano de la fe. La fe es una cosa tremenda, es seguridad y confianza en la vida.
Es impresionante como todo en este universo tiene un orden y tiene un tiempo; y fluir no es otra cosa que respetar eso. Respetar el orden de la vida y respetar su tiempo.
¿Cuántas veces hemos ido en contra del proceso de alguien más? ¿Cuantos ultimátums en las relaciones? Cuánta soberbia en pedirle al mundo que se adapte a nuestra voluntad, a nuestras prisas... y cuanto dolor y angustia nos produce el aferrarnos a un resultado que crea nuestra imaginación, en lugar de hacer las paces con lo que simplemente es.
¿Ya vas entiendo a dónde quiero ir con este tema de la fe? La fe y amor son un mismo concepto, explicado de manera distinta. La fe consiste en entender que no somos el ombligo del mundo, que las cosas no se tienen que adaptar a nuestros antojos humanos, porque la mayoría de estos no tienen sentido. Nos han enseñado una fe basada en el miedo, en la necesidad de control, en unos seres de luz que responden como el genio de la lampara de Aladino a nuestros deseos sin consideración con el otro. Y los llamo así porque no sabemos qué es lo que nos corresponde en la vida y lo que nos ayuda a evolucionar; a menos de que aprendamos a seguir nuestra intuición, escuchar el corazón y entrar en el flujo e la vida.
Estos seres de luz están para asegurarse de que la vida sigue el orden divino, no el capricho humano; y ahí está clave del amor y de la fe. La clave de soltar, de confiar, de permitir.
Cuando más amo, más respeto la necesidad del otro, menos quiero imponerme sobre él, menos quiero controlar que las cosas se den a mi manera y más aprendo a escuchar y a danzar con el flujo natural de las cosas, de las personas, de las situaciones y con sus tiempos.
Imagínate el cambio tan grande que nos puede producir el solo considerar una perspectiva distinta sobre la vida; que en lugar de pedir a Dios que se cumplan nuestros deseos, si en lugar de actuar desde la soberbia de creer que solo nosotros sabemos como deben ser las cosas, si dejamos de construir nuestro mundo desde el egoísmo que no ve al otro... que tal si cambiamos todo esto, y ¿simplemente dejamos de imponer y nos ponemos al servicio? Me pongo al servicio de mi ser y de mi alma, para que se cumpla en mi ese proceso y ese camino de evolución. Silencio mi ego, para escuchar mi intuición y seguir mi corazón. Olvido el deber ser, la obligación, el que dirán, para seguir un camino de luz que solo puede ser dirigido por mi ser interno. Enfrento mis miedos porque para ser autentico se requiere mas valentía que para cualquier otra cosa en la vida. Construyo desde el respeto y desde el amor.
Me pongo al servicio de tu ser y de tu alma, porque yo también puedo ser un camino de luz y amor en tu vida; a veces desde la suavidad y otras desde el movimiento. Al ponerme al servicio de Dios, de la luz, del universo, yo también puedo estar en sintonía y despertar lo mas sagrado en ti.
Y al ponerte tu también al servicio de todo lo que existe, podemos completar el circulo divino de amor y respeto a todo lo que es.
"La fe es creer en aquello que no ves y la recompensa de esta fe es ver aquello en lo que crees". San Agustin de Hipona.
¿Cuál es tu reflexión sobre el amor y la fe?
Comments