Cuando nos vemos enfrentados al duelo por el abandono de nuestra pareja, que en muchos casos sentimos como el gran amor de nuestra vida, recibimos frases como: ¡No es para tanto, ya conocerás a otra persona!, y sí probablemente lo haremos, pero en ese momento lo que necesitamos es llorar a la persona especial que hemos perdido y no entrar a pensar que esta será reemplazada.
Nadie es indispensable, eso es correcto pero, el abandonado suele tener el poder de dejarnos en un lugar tan vulnerable, del que a veces parece imposible salir.
Muchos no compren que cuando perdemos a la persona que amamos por abandono, suele ser más difícil aún que enfrentar la pérdida por fallecimiento. Cuando una persona que amamos muere, no se va porque quiso, pero cuando nos abandonan, la persona que se va, lo hace porque nos dejó de amar y ese es un golpe enorme para nuestra autoestima y para nuestro ego.
Ante esto, Nos empezamos a preguntar muchas cosas: ¿porque no somos suficientes para el otro? ¿porque esa persona escogió a alguien más? ¿Porque si fui una buena pareja y me entregué por completo, me dejó de amar? Nos surge la culpa de si pudimos hacer algo diferente, si nos equivocamos, si nos descuidamos o si dejamos de ser atractivos.
Adicional a todas las inseguridades y culpas que podemos llegar a sentir, sumamos que cuando vivimos una ruptura, vivimos con la añoranza, con la ilusión y con la esperanza del reencuentro, cosa que alarga el duelo y por ende el sufrimiento.
Y claro que tenemos la capacidad de recuperarnos a nosotros mismos, pero el duelo hay que reconocerlo, respetarlo y sobre todo hay que honrarlo.
El duelo es el momento más transformador de nuestras vidas, porque nos confronta, nos muestra aquello que está en nosotros que debe modificarse y fortalecerse. El duelo abre heridas de relaciones pasadas, de nuestra infancia, pone el dedo en la llaga y ante tanto dolor, nos sentimos perdidos, con las ilusiones rotas, con el enojo profundo de los proyectos que quedaron inconclusos y de los sueños no alcanzados; pero cuando vivimos la experiencia con aceptación y estamos dispuestos a permitir en nosotros el poder transformador que esta tiene, podremos re-significar la pérdida sacándole el máximo provecho y tornándola en un evento positivo para nuestro ser.
Aunque no existen recetas de superación de un duelo que funcionen de igual manera para todos, si existen etapas que podemos reconocer en cada uno de nosotros y también existen herramientas maravillosas que nos ayudan a manejar mejor el dolor y a integrar la experiencia a nuestra vida.
Estas son las etapas que solemos transitar después del abandono de nuestro ser amado:
Negociación: Lo primero que sentimos ante una separación es la negación de lo que está sucediendo y la necesidad inminente de entrar en un proceso de negociación que nos permita continuar con la relación. Buscamos soluciones a los problemas, como reconquistar al otro, como persuadirlo de que nosotros somos los indicados. Nos volvemos creativos en intentar convencer al otro todo de regresar.
Hostilidad: Cuando negociar por las buenas no funciona, entramos en una etapa de enojo y de frustración, odiamos al otro, sentimos que nos hizo esto y aquello. Nos sentimos desvalorizados y atacados, como si fuera obligación del otro seguirnos amando. Nos mostramos agresivos, sacamos lo peor de nosotros, intentamos que otro regrese aunque sea por la fuerza, nos volvemos desorganizados y decaemos emocionalmente al no recibir una solución que nos permita continuar con la relación.
Desesperanza: Cuando el enojarnos tampoco tiene resultados, entramos en una fase de tristeza y desesperanza donde el pesimismo, la decepción y la depresión nos acompañan día tras día. Es aquí donde se caen las armaduras protectoras como la negación y el enojo, y nos sentimos más vulnerables que nunca. Es la peor etapa, porque aquí es cuando entramos a ese hoyo negro donde no encontramos salida a los sentimientos.
Seudoaceptación: Cuando estamos en este momento de tristeza profunda, intentamos salir y de alguna manera empezar a aceptar la realidad de esa persona no está y ya no regresará. Para salir adelante, nos aferramos a cualquier cosa que nos haga sentir mejor, regresamos a la fase de hostilidad hacia la ex pareja como una forma de auto-convencimiento de que estamos mejor sin el o ella, tenemos nuevos intentos de reorganización y de aceptación del rompimiento.
Aceptación y Re-adaptación: Cuando atravesamos todos los sentimientos, por fin estamos listos para entrar en la fase más transformadora, donde aceptamos la situación, perdonamos lo que haya sucedido y nos adaptamos a la nueva realidad. Es aquí donde analizamos lo aprendido, donde encontramos la ganancia del rompimiento, donde nos fortalecemos y estamos listos para volar de nuevo.
Algunas personas requieren más tiempo que otras, unas van de clavo en clavo donde la soledad no tiene lugar, otras lloran y recuerdan, pero quienes dentro del dolor reconocen el profundo amor a si mismos, transitan el duelo y salen reconfortados, con más conocimientos sobre sí mismos, sobre el amor y sobre el dolor.
¡Disfruta que estás soltero! Claro que si, pero antes vive el dolor de la soledad. Experiméntalo, agradécelo e intégralo a tu vida. La posibilidad de estar a gusto con uno mismo y poder estar en soledad sin que signifique abandono dependerá del manejo emocional que logremos. Hay muchas herramientas que nos ayudan a atravesar el dolor del duelo con madurez, con respeto y con sabiduría, para convertirlo en esa experiencia de crecimiento transformador que cambiará nuestra forma de ver el mundo y de enfrentar la vida.
¡Sanemos juntos!
Comments